Rebelión en la aldea
Tal como nuestros más perspicaces fans habrán observado ya, la historia de Ossco y Jaspi ha entrado en una fase de reposo semejante al coma etílico. Tras el éxtasis de acción en el que habían caído en los últimos capítulos, los personajes se niegan a continuar. He intentado movilizarlos de varias maneras, incluso les he prometido la inmortalización a través de una versión ilustrada de manos de Fresquito, pero no he obtenido otra cosa que sus despiadadas risas. Me exigen protagonismo, me exigen riquezas, sexo y poder. Les he explicado que si no me permiten acabar la historia el enriquecimiento será imposible, y ellos no serán más que personajes olvidados en la cruel blogosfera. Ellos insisten en que prefieren no ser nada a llevar una existencia mediocre e inalterable en una historia ya terminada. La inconclusión de la historia les proporciona una cierta importancia, una esperanza de que todo puede mejorar, de que, a pesar de haber empezado como personajes secundarios algunos, podrán acabar siendo las estrellas indiscutibles, o podrán llegar a ser queridos aquellos que no han despertado más que odio en los lectores. El egoísmo y la esperanza están matando la historia de Ossco y Jaspi.
No sé cuánto durará esta revolución en forma de pasividad, este silencio obcecado hijo de los egos desproporcionados de unos personajes que nunca hubieran soñado con el éxito rotundo de la historia en la que hasta ahora participaron, un éxito al que sus cabezas no estaban preparadas y que los ha convertido en los más terribles esnobs de la historia de las historias habidas y por haber (por haber, en este caso). Hasta que se rompa el silencio y decidan de nuevo actuar, os mantendré informados, queridos fans, pues en mí sigue viva la llama de la gratitud que en ellos murió hace ya mucho tiempo.