domingo, septiembre 03, 2006

Historia de Ossco y Jaspi - quinta entrega

Lulú, mientras tanto, llegó a la plantación de flores. Los colores se extendían hasta llenar un rectángulo los extremos del cual no alcanzaba a ver la hipopótamo. Las abejas danzaban risueñas sobre las flores, que temblaban con la brisa matinal y perfumaban el aire con el olor de la felicidad. La hipopótamo observó la escena con la boca abierta y las manos unidas sobre el pecho, como si la mismísima Virgen hubiera aparecido ante ella. Luego, colmada como estaba de felicidad, sintió las lágrimas asomarse a sus ojos, las mismas lágrimas que se asoman a los ojos de las personas colmadas de felicidad, pero que en el caso de Lulú sólo vinieron a recordarle que todo era una farsa, que en realidad la felicidad no se encontraba en ese extremo del pueblo sino ante el río, ante los ojos de hielo de Ossco.

Juntó fuerzas que ni ella misma era consciente de poseer y logró frenar el llanto. Inmediatamente una idea alegre e inocente como las abejas que revoloteaban a la altura de sus rodillas nació en su cabeza: recogería un ramo de flores exóticas, de esas flores que nadie más en el pueblo poseía y que, según rezaba la voz popular, eran capaces de llevar la alegría al ser más triste y apagado del mundo. Ossco era ese ser, y Lulú lo resucitaría para que pudiera así apreciar la grandeza del amor. Se secó las lágrimas con las manos temblorosas por la excitación y, tras comprobar que no había nadie cerca, recogió un ramo de flores exóticas. Lo hizo de tal modo que la ausencia de las flores pasara desapercibida, para no molestar a Jaspi, a pesar de que, tratándose de un oso tan bueno, estaba segura de que no se hubiera molestado. Una vez tuvo el ramo en la mano, echó a correr hacia el río, y los habitantes del pueblo, al oír la dirección que tomaban los temblores de la tierra, suspiraron con resignación.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Qué bonito y emocionante está esta entrega . ¡¡Ayyyyyy!Cuando una está enamoradaaa no se para a pensar si ese amor le conviene o no. El amor nos vuelve ciegos y lo malo nos parece bueno.
Pobre Lulu, seguro que Ossco, la hará sufrir mucho.

David Martínez dijo...

Me parece injusto que culpes a Ossco de las futuras desdichas de Lulú. Primero porque prejuzgas a Ossco, haciendole parecer un ser despiadado. Y segundo y más importante, porque que Lulú no sepa aceptar la realidad, no es culpa de Ossco, por lo que todo lo que sufra Lulú, será culpa suya y de nadie más.

A no ser que te refieras a que Ossco va a torturar a la hipopótamo, en cuyo caso sí, seguro que la hace sufrir cosa mala.

Pipilota dijo...

Parece que la teoría de Perrico de las flores "tóxicas" va tomando forma, y debe ser una cosecha cohonuda por el sorprendente efecto que le ha producido a Lulú el sólo olerla... Me estoy comiendo los muñones por saber qué pasará cuando le presente tan bonico regalo al Hosco Oso. ¿Se enterará el beatifico Jaspi del hurto? y si es sí... ¿qué hará? ¿le hará pupita y caerá la máscara de buen rollito del Jaspi?

Anónimo dijo...

Pensándolo bien, tienes razón, aun Ossco no ha hecho nada malo a nadie ni tampoco Lulú. Pero de entrada ya le pintan el malo y eso se me ha quedado muy grabado.
Sí, Lulú es responsable de haberse enamorado de Ossco, pero ¡caray! si él se ha dado cuenta y no le corresponde que se lo diga , así ella lo sabrá y dejará de insistir.
Ahora si él no dice nada le crea falsas esperanzas