Historia de Ossco y Jaspi - decimotercera entrega
Cuando llegó a casa Juana había tomado una firme decisión: no regresaría a vender los nabos que habían sobrado. Sin embargo esa decisión, que no iba a cambiar por nada del mundo, suponía un contratiempo en la consecución de su plan. Contó los nabos que habían sobrado: veintidós. ¿Qué iba a hacer con esos nabos? Porque lo que estaba claro era que no podía devolvérselos a Jaspi.
Juana caminó en círculos por el comedor de su casa, con las manos cruzadas en la espalda y la cabeza baja, tal como había visto en la tele hacer a Goofy cuando tenía problemas. De repente frenó y levantó un dedo, pero no apareció ninguna bombilla sobre su cabeza. Contrariada, se sentó en el sofá, y fue entonces cuando tuvo la mejor idea de su vida: ¡haría una tarta de nabos! Jaspi no sabría que no los había vendido; los nabos desaparecerían y de paso experimentaría con una nueva receta. Juana estaba tan feliz que se puso a dar palmas. Al momento paró, frunció las cejas, miró hacia arriba: no había bombilla. ¿Qué hacía mal?