el primer día
¿Cómo es Ynis? Esa es una pregunta que tardaré mucho tiempo en responder, y no lo haré de forma ni concisa ni tajante. De hecho se tratará de una respuesta que se extenderá en el tiempo y que irá cambiando poco a poco. Eso sí, ¡por fin puedo empezar a responderla! Ayer finalmente me trasladé a este bucólico lugar abandonado de la mano de Dios. Las primeras horas han sido intensas, aunque con cierta sensación de deja-vu. No es la primera vez que decido irme a vivir por mi cuenta a un pueblo extraño después de todo.
Como ayer de manera un tanto atolondrada conté, al poco de empezar el día me llegó un mensaje avisándome de la posibilidad de que la mudanza empezara hoy. El mensaje no mentía. A eso de las seis menos cuarto de la tarde, un taxi vino a recogerme para llevarme a lo que sería de ahí en adelante mi nuevo hogar.
Tal vez os pregunteis cómo puede ser que haya contratado un servicio de mudanza aparentemente tan impresentable. La respuesta es sencilla, aunque algo larga, así que intentaré resumirla. Cuando me fui a vivir a Florín, allí conocí a un curioso personaje: Tom Nook. Tom es un mapache bastante peculiar, no sólo tiene una gran cadena de tiendas en infinidad de pueblos, sino que además se dedica al negocio inmobiliario, tanto en lo referente a mudanzas, como a la propia venta de casas. Por si esto fuera poco, Tom es un inversor nato. Se dedica a la compraventa de todo tipo de objetos, por no hablar de sus eventuales incursiones en la construcción. Allí en Florín, Tom literalmente me salvó el culo. Por aquellos tiempos yo tenía la cabeza un poco llena de pájaros, y se me metió entre ceja y ceja la idea de independizarme, ¡no más que porque un amigo mio se había independizado un mes antes! Tom me proporcionó una casa, un trabajo, y una extraña estabilidad. Al principio me pareció un mamón, no podía parar de pensar que me estaba explotando, que estaba usándome de mordiente para avivar el fuego de su negocio. Nada más lejos de la realidad. Con el paso del tiempo me di cuenta de cuánto había hecho Tom por mi, y de lo muy agradecido que debía estarle. Por todo esto, cuando sentí que había llegado el momento de independizarme por segunda vez, pensé en él. Lo llamé, acordamos unas condiciones similares a las que tuve en Florín, y con la tranquilidad de estar en manos de Tom, me preparé para emprender una nueva vida en Ynis. La única pega es que Tom y la puntualidad no son grandes amigos, demostrado ha quedado con todo el tema este del traslado. La parte positiva, es que tampoco te exige ser puntual en los pagos de la casa. Una cosa por la otra.
Establecidos los precedentes, seguiré con la crónica del día de ayer. Como ya he dicho, el trayecto hasta el pueblo lo hice en taxi. Cuando uno sube a un taxi, nunca sabe lo que se va a encontrar. A lo largo de mi vida me he encontrado taxistas de todo tipo. Hay taxistas que no hablan, otros que no entienden el idioma del país en el que trabajan, taxistas con complejo de Fernando Alonso, incluso hay taxistas que sacan un mapa en el primer semáforo en el que paran. Esta vez me tocó un taxista-interrogador. El tipo en cuestión dijo llamarse Capitán, y por su manera de hablar, deduzco que en un tiempo pasado estuvo al mando de algún barco. Nunca imaginé que todo pudiera estar relacionado con el mar, pero el Capitán me demostró que así era. Con todo, su interrogatorio no se hizo pesado en absoluto, incluso consiguió que el viaje se me hiciera más llevadero. Espero que este capitán vuelva algún día a cruzar los mares del mundo al mando de una embarcación, porque dudo que haya mucha gente a la que como a él, le fluya agua salada por las venas, en lugar de sangre.
Una vez llegado a Ynis, terminé de concretar los últimos flecos del contrato con Tom. A grandes rasgos éste consiste en que Tom me cede una casa bastante pequeña e inhóspita por un precio muy asequible y con un crédito sin intereses, cuyas letras puedo pagar cuando me venga en gana. Además, una vez pagada la casa, Tom me dará la opción de hacer ampliaciones para vivir más cómodamente. Por si fuera poco, desde el primer momento podré decorar la casa a mi gusto, aunque Tom de momento me ha prohibido cambiar nada del piso de arriba, no sé si en un futuro cambiará de opinión. En definitiva, como estais pensando, es una ganga de oferta. Cuando llegué hice una foto, aunque por desgracia se ve un tanto borrosa. Tendré que mejorar mi técnica de cara al futuro. Aquí la teneis:
Como ayer de manera un tanto atolondrada conté, al poco de empezar el día me llegó un mensaje avisándome de la posibilidad de que la mudanza empezara hoy. El mensaje no mentía. A eso de las seis menos cuarto de la tarde, un taxi vino a recogerme para llevarme a lo que sería de ahí en adelante mi nuevo hogar.
Tal vez os pregunteis cómo puede ser que haya contratado un servicio de mudanza aparentemente tan impresentable. La respuesta es sencilla, aunque algo larga, así que intentaré resumirla. Cuando me fui a vivir a Florín, allí conocí a un curioso personaje: Tom Nook. Tom es un mapache bastante peculiar, no sólo tiene una gran cadena de tiendas en infinidad de pueblos, sino que además se dedica al negocio inmobiliario, tanto en lo referente a mudanzas, como a la propia venta de casas. Por si esto fuera poco, Tom es un inversor nato. Se dedica a la compraventa de todo tipo de objetos, por no hablar de sus eventuales incursiones en la construcción. Allí en Florín, Tom literalmente me salvó el culo. Por aquellos tiempos yo tenía la cabeza un poco llena de pájaros, y se me metió entre ceja y ceja la idea de independizarme, ¡no más que porque un amigo mio se había independizado un mes antes! Tom me proporcionó una casa, un trabajo, y una extraña estabilidad. Al principio me pareció un mamón, no podía parar de pensar que me estaba explotando, que estaba usándome de mordiente para avivar el fuego de su negocio. Nada más lejos de la realidad. Con el paso del tiempo me di cuenta de cuánto había hecho Tom por mi, y de lo muy agradecido que debía estarle. Por todo esto, cuando sentí que había llegado el momento de independizarme por segunda vez, pensé en él. Lo llamé, acordamos unas condiciones similares a las que tuve en Florín, y con la tranquilidad de estar en manos de Tom, me preparé para emprender una nueva vida en Ynis. La única pega es que Tom y la puntualidad no son grandes amigos, demostrado ha quedado con todo el tema este del traslado. La parte positiva, es que tampoco te exige ser puntual en los pagos de la casa. Una cosa por la otra.
Establecidos los precedentes, seguiré con la crónica del día de ayer. Como ya he dicho, el trayecto hasta el pueblo lo hice en taxi. Cuando uno sube a un taxi, nunca sabe lo que se va a encontrar. A lo largo de mi vida me he encontrado taxistas de todo tipo. Hay taxistas que no hablan, otros que no entienden el idioma del país en el que trabajan, taxistas con complejo de Fernando Alonso, incluso hay taxistas que sacan un mapa en el primer semáforo en el que paran. Esta vez me tocó un taxista-interrogador. El tipo en cuestión dijo llamarse Capitán, y por su manera de hablar, deduzco que en un tiempo pasado estuvo al mando de algún barco. Nunca imaginé que todo pudiera estar relacionado con el mar, pero el Capitán me demostró que así era. Con todo, su interrogatorio no se hizo pesado en absoluto, incluso consiguió que el viaje se me hiciera más llevadero. Espero que este capitán vuelva algún día a cruzar los mares del mundo al mando de una embarcación, porque dudo que haya mucha gente a la que como a él, le fluya agua salada por las venas, en lugar de sangre.
Una vez llegado a Ynis, terminé de concretar los últimos flecos del contrato con Tom. A grandes rasgos éste consiste en que Tom me cede una casa bastante pequeña e inhóspita por un precio muy asequible y con un crédito sin intereses, cuyas letras puedo pagar cuando me venga en gana. Además, una vez pagada la casa, Tom me dará la opción de hacer ampliaciones para vivir más cómodamente. Por si fuera poco, desde el primer momento podré decorar la casa a mi gusto, aunque Tom de momento me ha prohibido cambiar nada del piso de arriba, no sé si en un futuro cambiará de opinión. En definitiva, como estais pensando, es una ganga de oferta. Cuando llegué hice una foto, aunque por desgracia se ve un tanto borrosa. Tendré que mejorar mi técnica de cara al futuro. Aquí la teneis:
Una caja de cartón, una vela y un radiocasete antiguo sin cintas, eso es todo lo que hay. El piso de arriba es un poco más amplio, aunque está igualmente vacio. Sólo tiene una pequeña cama y un teléfono color crema. Lo cierto es que tengo mucho trabajo por delante antes de conseguir que esta casa parezca algo similar a un hogar, aunque cierto también es que voy a poner todo mi empeño en ello.
Ayer mismo sin ir más lejos, al poco de llegar, ya empecé a trabajar en la tienda de Nook a media jornada. Esta es una condición que Nook te impone siempre. De este modo ganas un poco de dinero con el que empezar tu estancia en el pueblo con buen pie. Puse tanto empeño, que Tom se debió de asustar pensando que me daría un chungo, y me despidió. Je, no os asusteis, esto estaba previsto. A él no le gusta el estrés, ni que la gente viva estresada, así que da manga ancha para que consigas el dinero por tus medios. Dado que compra literalmente todo lo que le ofrecen, sea fruta, conchas o pescado, la preocupación por no llegar a fin de mes no será uno mis vecinos aquí.
Y eso es todo por el momento, me despido de vosotros respirando la tranquilidad que sólo uno puede tener al vivir independizado, y en Ynis.
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