recuerdos de una vida previa
Una vez viví otra vida.
Bien, a decir verdad, no sólo una. El caso es que la vida a la que ahora me refiero, es una que viví en un precioso pueblo llamado Florín. Florín era un lugar sin gigantes, ni enanos sicilianos, ni príncipes cazadores, ni espadachines españoles llamados Íñigo Montoya obsesionados con vengar a su padre, ni tan siquiera misteriosos hombres de negro. Por no haber no había ni princesas prometidas secuestradas para enfrentar al pueblo en una guerra contra Guilder, el pueblo vecino. De hecho Guilder era un lugar que nadie en Florín conocía. Así que, ¿qué tenía de peculiar ese Florín para que pasada esa vida lo recuerde ahora con cierto cariño? Pues sencillo, Florín fue el primer pueblo en el que un servidor se independizó. Cierto es que lo hice bajo un pseudónimo, tal vez por miedo al fracaso, por alejar mi identidad de la pérdida de la partida que jugué contra la emancipación. Outie fue el nombre elegido.
Además de esta peculiaridad totalmente subjetiva, Florín contaba con la objetiva peculiaridad de ser un pueblo lleno de animales. No hablo de animales salvajes o domésticos, no, no, no, hablo de vecinos animales, los cuales hablaban, e incluso escribían en mi propio idioma. Allí conocí a Hugo, a Gruñón, a Tom, a Cuqui... qué recuerdos.
Allí viví durante varios meses, no recuerdo cuantos exáctamente. Fueron tiempos de prosperidad y mucho trabajo. Pero un día tuve que abandonar esa vida, dejé atrás mi identidad oculta, dejé atrás Florín, con Tom, Hugo, Gruñón, mi plan de urbanismo recién iniciado, y con todo lo demás. Y tal vez os pregunteis por qué, y yo... pues no os lo explicaré.
Buenas noches.
Bien, a decir verdad, no sólo una. El caso es que la vida a la que ahora me refiero, es una que viví en un precioso pueblo llamado Florín. Florín era un lugar sin gigantes, ni enanos sicilianos, ni príncipes cazadores, ni espadachines españoles llamados Íñigo Montoya obsesionados con vengar a su padre, ni tan siquiera misteriosos hombres de negro. Por no haber no había ni princesas prometidas secuestradas para enfrentar al pueblo en una guerra contra Guilder, el pueblo vecino. De hecho Guilder era un lugar que nadie en Florín conocía. Así que, ¿qué tenía de peculiar ese Florín para que pasada esa vida lo recuerde ahora con cierto cariño? Pues sencillo, Florín fue el primer pueblo en el que un servidor se independizó. Cierto es que lo hice bajo un pseudónimo, tal vez por miedo al fracaso, por alejar mi identidad de la pérdida de la partida que jugué contra la emancipación. Outie fue el nombre elegido.
Además de esta peculiaridad totalmente subjetiva, Florín contaba con la objetiva peculiaridad de ser un pueblo lleno de animales. No hablo de animales salvajes o domésticos, no, no, no, hablo de vecinos animales, los cuales hablaban, e incluso escribían en mi propio idioma. Allí conocí a Hugo, a Gruñón, a Tom, a Cuqui... qué recuerdos.
Allí viví durante varios meses, no recuerdo cuantos exáctamente. Fueron tiempos de prosperidad y mucho trabajo. Pero un día tuve que abandonar esa vida, dejé atrás mi identidad oculta, dejé atrás Florín, con Tom, Hugo, Gruñón, mi plan de urbanismo recién iniciado, y con todo lo demás. Y tal vez os pregunteis por qué, y yo... pues no os lo explicaré.
Buenas noches.
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