tres cartas de vanidad
¿Nunca habeis tenido un sueño recurrente? Supongo que sí, prácticamnte todo el mundo los tiene, o eso creo. Hay gente que no sueña. También hay gente que no tiene sueños, aunque eso es un poco diferente al tema que estoy tratando. Yo cuando era más joven no soñaba, al menos no durmiendo. Todo lo que tenía que soñar lo soñaba despierto. Es comprensible que para cuando cerraba los ojos en la cama ya no tuviera nada más que imaginar. Aún así todos mis amigos me decían que sí que soñaba, pero que no recordaba nada. Pero no, yo insisto y mantengo que no soñaba, porque hay muchas veces que sí que he soñado, y luego no me he acordado, pero me ha quedado la sensación de haber soñado, pero esa sensación no la sentí en años, así que no, no soñé, le pese a quien le pese.
De más joven aún, cuando era niño, sí que tenía sueños recurrentes, la mayoría de ellos pesadillas. Recuerdo soñar con estar encerrado en una nave espacial con una ambientación a lo Alien, pero sin alien alguno. En estas pesadillas no pasaba miedo, porque aunque la nave era como la de la película, estaba completamente vacía. Lo que sí que pasaba era mucha angustia, angustia por no encontrar una salida, por estar encerrado en aquella oscura nave llena de corredores y salas tan parecidas entre sí, tan artificiales, tan frias e inhóspitas. Y en eso consistía todo el sueño, en la búsqueda de una vía de escape que nunca llegaba. Todos mis sueños recurrentes son del mismo tipo; secuencias que se repiten una y otra vez, una y otra vez, una y otra vez... y yo no puedo hacer nada para evitarlo, algo para salir de ese bucle en el que no sé muy bien como he entrado.
En Diciembre del año pasado empecé a tener un sueño recurrente totalmente diferente a los de mi niñez, y en absoluto angustioso. Me duró dos semanas aproximadamente, y como vino, se fue. Yo vivía en un pueblo muy parecido a Florín, lleno de animales que hablaban, paseaban, reían, escribían, y en general daban mucha rabia. No todos mis vecinos eran animales en esta ocasión. En Idabla, que así se llamaba el pueblo, vivían Anna, Blava y linus. Desgraciadamente todo lo que pude saber de ellas fue a través de las cartas que los animales me enseñaban emocionadamente.
Profundidad es la palabra que describía aquellas misivas. Pero para ellos aquellas cartas eran como tesoros, las valoraban más de lo que algunos valoran la vida misma. Si lo piensas detenidamente, no es para menos, que alguien se pare a escribirle una carta a un animal no es algo que pase todos los días. Recuerdo que en uno de los tantos sueños que tuve, me decidí yo mismo a escribirle a los vecinos que mejor me caían: Jacinto, Groucho y Luisa. Con la mente puesta en que esa carta la enseñarían a todo aquel que se ponía a tiro, y queriendo impresionar a todo el que se dignara a leerla, puse toda mi berborrea a funcionar. El resultado fueron tres cartas tan memorables, que de haber sido escritas en otra época habrían sido objeto de odas y canciones múltiples por los bardos del lugar. La respuesta de los tres animalejos no se hizo esperar;
Mi frustración fue tal que les escribí un capazo de groserias de manera inmediata. ¿Y qué pasó entonces? Pues pasó lo normal en un sitio donde la lógica no tiene cabida, como era Idabla. Pasó que los tres animalillos estos empezaron a mostrar las tres últimas cartas que les envié a todo viandante que pasara por delante suyo, diciendo que les había llegado al corazón y que los emocionaba hasta límites extremos. Eso es lo que pasó.
Y es que uno no puede esperar más de unos animales que viven en un pueblo llamado Idabla y forman parte de un sueño recurrente.
De más joven aún, cuando era niño, sí que tenía sueños recurrentes, la mayoría de ellos pesadillas. Recuerdo soñar con estar encerrado en una nave espacial con una ambientación a lo Alien, pero sin alien alguno. En estas pesadillas no pasaba miedo, porque aunque la nave era como la de la película, estaba completamente vacía. Lo que sí que pasaba era mucha angustia, angustia por no encontrar una salida, por estar encerrado en aquella oscura nave llena de corredores y salas tan parecidas entre sí, tan artificiales, tan frias e inhóspitas. Y en eso consistía todo el sueño, en la búsqueda de una vía de escape que nunca llegaba. Todos mis sueños recurrentes son del mismo tipo; secuencias que se repiten una y otra vez, una y otra vez, una y otra vez... y yo no puedo hacer nada para evitarlo, algo para salir de ese bucle en el que no sé muy bien como he entrado.
En Diciembre del año pasado empecé a tener un sueño recurrente totalmente diferente a los de mi niñez, y en absoluto angustioso. Me duró dos semanas aproximadamente, y como vino, se fue. Yo vivía en un pueblo muy parecido a Florín, lleno de animales que hablaban, paseaban, reían, escribían, y en general daban mucha rabia. No todos mis vecinos eran animales en esta ocasión. En Idabla, que así se llamaba el pueblo, vivían Anna, Blava y linus. Desgraciadamente todo lo que pude saber de ellas fue a través de las cartas que los animales me enseñaban emocionadamente.
Toma una "mesa regia". Adios.ponía en una carta.
Hola, espero que te guste este "mueble cabaña".ponía en otra.
Profundidad es la palabra que describía aquellas misivas. Pero para ellos aquellas cartas eran como tesoros, las valoraban más de lo que algunos valoran la vida misma. Si lo piensas detenidamente, no es para menos, que alguien se pare a escribirle una carta a un animal no es algo que pase todos los días. Recuerdo que en uno de los tantos sueños que tuve, me decidí yo mismo a escribirle a los vecinos que mejor me caían: Jacinto, Groucho y Luisa. Con la mente puesta en que esa carta la enseñarían a todo aquel que se ponía a tiro, y queriendo impresionar a todo el que se dignara a leerla, puse toda mi berborrea a funcionar. El resultado fueron tres cartas tan memorables, que de haber sido escritas en otra época habrían sido objeto de odas y canciones múltiples por los bardos del lugar. La respuesta de los tres animalejos no se hizo esperar;
¡No entiendo nada de lo que dices! ¡Aprende a escribir!fue más o menos lo que los tres me respondieron.
Mi frustración fue tal que les escribí un capazo de groserias de manera inmediata. ¿Y qué pasó entonces? Pues pasó lo normal en un sitio donde la lógica no tiene cabida, como era Idabla. Pasó que los tres animalillos estos empezaron a mostrar las tres últimas cartas que les envié a todo viandante que pasara por delante suyo, diciendo que les había llegado al corazón y que los emocionaba hasta límites extremos. Eso es lo que pasó.
Y es que uno no puede esperar más de unos animales que viven en un pueblo llamado Idabla y forman parte de un sueño recurrente.
2 comentarios:
Creio que vais compreender o meu português.
Pode ser que você sofra de algum conflito em suas relações com o mundo.
Há uma dificuldade para expressar as suas emoções na vida real?
Irei ler novamente,depois com mais tranquilidade o seu relato.
Existe muita linguagem simbólica no seu relato.
Mas creio que você não está louco e nem mesmo imerso no absurdo.
markosyoseph@yahoo.fr
Creio que vais compreender o meu português.
Pode ser que você sofra de algum conflito em suas relações com o mundo.
Há uma dificuldade para expressar as suas emoções na vida real?
Irei ler novamente,depois com mais tranquilidade o seu relato.
Existe muita linguagem simbólica no seu relato.
Mas creio que você não está louco e nem mesmo imerso no absurdo.
markosyoseph@yahoo.fr
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