666.amor.tv
Focos que iluminan las columnas amenazantes, que se alimentan de vida entretegida; manos que se agarran sin esperanza, sin un mañana más allá del crepitante anochecer. Arde la tierra de las brujas, como si la Inquisición en su desierto existencial hubiese encontrado un resquicio por el que traspasar el velo del tiempo, y ahora, intentara recuperar todos los tics-tacs que ha perdido desde su desaparición. Miles de serpientes rojizas bucean entre la maleza, como lenguas obscenas que buscan los muslos de una meiga. Lenguas sin más, sin ojos, sin cerebro, sin corazón. Lenguas que lamen y frotan, que queman y abrasan. Lenguas que no hablan sino el lenguaje de la muerte.
Irse resulta tan sencillo, tan indiferente, es como si nunca hubieses estado allí. Nadie te echará de menos. Nadie echará en falta tus pasivos abrazos, tus correrías, tus vuelos, tus paseos nocturnos, o tu furtivo caminar. Nadie te llorará mientras no tengas un collar en torno al cuello, o un porche a tu cobijo. Nadie pensará en el individuo vivo que fuiste, en la cantidad de energía que invertiste para llegar a ser lo que eras antes de convertirte en un ascua con cierto regusto a pino, zorro o ardilla. Nunca pediste nada a nadie, siempre fuiste a tu aire, siguiendo la senda que tu naturaleza te marcó. Hasta que aquel brillo se cruzó en tu camino, aquel antinatural signo de humana inhumanidad. Mueres arrancado del lugar en el que creciste, ascendiendo al cielo que siempre miraste con desconfianza, sin la compensación de convertirte en una cifra siquiera. Cruel destino que tus asesinos no compartirán.
Lo que nosotros compartiremos serán tertulias, y ruedos informativos y de opinión. Compartiremos todo menos sentido común; no se puede compartir algo que no se tiene. Pero no temais, podremos compartir mentiras, medias verdades y falsedades rotundas. Una amalgama de máscaras y sentimientos devaluados, comprados en la tienda de los veinte duros. Lo siento, pero la consternación es el sentimiento que cotiza al alta esta semana, sino tal vez ni lo sentiría. Si quieres euforia tendrás que esperar a que Alonso vuelva a ganar una carrera. Todos podemos ser corredores en la bolsa de los sentimientos artificiales, es la gracia del asunto, y el misterio de su éxito. Es tan simple como enviar un sms al 666 poniendo AMOR en el mensaje y esperar a que la sonrisa bobalicona se esculpa en nuestro rostro. O encender la televisión y esperar a que el milagro sea obrado.
Y mientras tanto, a ti, mi querido jabalí, no te dejarán ser ni un maldito número.
Irse resulta tan sencillo, tan indiferente, es como si nunca hubieses estado allí. Nadie te echará de menos. Nadie echará en falta tus pasivos abrazos, tus correrías, tus vuelos, tus paseos nocturnos, o tu furtivo caminar. Nadie te llorará mientras no tengas un collar en torno al cuello, o un porche a tu cobijo. Nadie pensará en el individuo vivo que fuiste, en la cantidad de energía que invertiste para llegar a ser lo que eras antes de convertirte en un ascua con cierto regusto a pino, zorro o ardilla. Nunca pediste nada a nadie, siempre fuiste a tu aire, siguiendo la senda que tu naturaleza te marcó. Hasta que aquel brillo se cruzó en tu camino, aquel antinatural signo de humana inhumanidad. Mueres arrancado del lugar en el que creciste, ascendiendo al cielo que siempre miraste con desconfianza, sin la compensación de convertirte en una cifra siquiera. Cruel destino que tus asesinos no compartirán.
Lo que nosotros compartiremos serán tertulias, y ruedos informativos y de opinión. Compartiremos todo menos sentido común; no se puede compartir algo que no se tiene. Pero no temais, podremos compartir mentiras, medias verdades y falsedades rotundas. Una amalgama de máscaras y sentimientos devaluados, comprados en la tienda de los veinte duros. Lo siento, pero la consternación es el sentimiento que cotiza al alta esta semana, sino tal vez ni lo sentiría. Si quieres euforia tendrás que esperar a que Alonso vuelva a ganar una carrera. Todos podemos ser corredores en la bolsa de los sentimientos artificiales, es la gracia del asunto, y el misterio de su éxito. Es tan simple como enviar un sms al 666 poniendo AMOR en el mensaje y esperar a que la sonrisa bobalicona se esculpa en nuestro rostro. O encender la televisión y esperar a que el milagro sea obrado.
Y mientras tanto, a ti, mi querido jabalí, no te dejarán ser ni un maldito número.
2 comentarios:
¡Vengo a compartir mi mentira!
No hay esperanza.
¡Oh, yo también tengo una mentira!
No eres una puta :)
Publicar un comentario