domingo, octubre 01, 2006

Historia de Ossco y Jaspi - décima entrega

Pero desviémonos un momento de Lulú para centrar nuestra atención en Juana, la deficiente de los nabos. Cada sábado, cuando el sol ya se ha puesto y sólo Froberta, la rana simpática, pasea por el pueblo de charco en charco, Juana abandona su casa y se dirige a paso rápido hacia la de Jaspi. Cuando llega frente a la puerta golpea con los nudillos tres veces, y Jaspi abre con una enorme sonrisa en los labios. Luego la conduce hasta la cocina, donde dos sacos de nabos la esperan. Jaspi se los entrega a la vez que le recuerda que en el de mayor tamaño se encuentran los nabos que deberá vender en el pueblo vecino, donde hay más habitantes y, por alguna extraña razón, todos parecen adorar los nabos. En el de menor tamaño se encuentran los nabos que deberá vender al día siguiente en ese pueblo.

Juana asiente aguantándose la risa. Le resulta divertido que Jaspi siempre le repita lo mismo, como si fuera tonta. Se carga los sacos en la espalda, uno a cada lado, y abandona la casa brincando de alegría. Jaspi le da siempre unas buenas monedas por vender sus nabos. Sobre todo en el pueblo de al lado, donde la gente, los domingos por la mañana, la esperan ya con los brazos abiertos. En este pueblo, sin embargo, le cuesta mucho que nadie le compre un solo nabo. No se explica por qué. Juana deja de dar brincos y frunce las cejas. ¿Acaso son tontos? Los nabos son nabos, y tan buenos son en un pueblo como en otro. Si lograra vender todos los nabos, seguro que Jaspi se pondría muy contento, y al ser un oso bueno, le haría un buen regalo, tal vez un ramo de esas flores tan bonitas. ¡Tal vez incluso se enamoraría de ella! Juana vuelve a dar brincos de camino a su casa, y cuando se cruza con Froberta lanza una carcajada que tiene algo de tétrico en la oscuridad del camino.

5 comentarios:

Perro De Lobo dijo...

Esto está tomando tintes de guión de David Lynch. El maquillar una historia como ésta, llena de seres sórdidos, depravados y con profundas neurosis, como si fuera una tierna fábula de animalitos felices es demostrar mucha mala leche.

Me gusta.

Estaría bien publicarlo en plan cuento ilustrado y repartir ejemplares entre los jardines de infancia. Dentro de unos años, esos niños formarían la élite del mañana. El alba de una nueva era de excelencia esquizoide.

Anna C P dijo...

¿Mala leche? Nah, es que de pequeñita me lo dejaban ver todo en la tele >_<

Y ya sabes, fresquito, a ilustrarlo, que la guardería elegida ya la tenemos ^_^

David Martínez dijo...

Estais compinchados, se nota a la legua >_<

Pipilota dijo...

Pues cuando tengáis algún ejemplar ilustrado decidme la guardería que me pasaré por allá para pillar uno.
Estas entregas son tan adictivas como los nabos de Jaspi, pero de esos tan sospechosos que se venden en el pueblo vecino ¿eh?

Si hacéis una obra de teatro infantil con este cuento me pido el papel de Juana, la deficiente mental vendedora de nabos...
…hummm Si no está cogido ya, claro

Anna C P dijo...

De momento tenemos todos los papeles libres, tranquila ^_^

Y si hay obra ilustrada serás la primera (primera conjuntamente con el otro fan) en recibirla, ¡faltaría más!