sábado, abril 22, 2006

síntomas de irresponsabilidad

Cuando se habla de automedicación, uno siempre imagina a un viejecito asediado por los años, que como puede busca aliados con los que combatir los achaques de la edad, disfrazados ellos de enfermedad. Pero la automedicación se extiende a ámbitos mucho más amplios que la tercera edad, incluso los animales se automedican.

Hoy Bruno volvía a estar enfermo, y a falta de un médico en el pueblo me ha pedido casi delirando que le diese medicinas. Como ya hiciera un par de semanas atrás, he corrido a la tienda de Nook y allí he comprado un medicamento que Tom me ha asegurado era de las máximas garantías. He vuelto a casa de Bruno y se lo he suministrado. Al rato decía encontrarse mejor, aunque seguía con esa cara de perro tan propia de los cánidos. Con cierta preocupación me he alejado de vuelta a la tienda de Nook. Tenía que consultarle acerca de la medicina que me había proporcionado para Bruno, no sabía que Tom tuviese título médico o farmaceutico y era algo que me había sorprendido bastante. Después de la charla con él me ha quedado claro que si no sabía que tenía título médico o farmaceutico es porque no lo tiene, la única acreditación que posee es su palabra de que la medicina que vende es buena y versátil como un chicle en la boca de McGiver.

Es alarmante que la práctica de la automedicación haya alcanzado el mundo animal. Siempre he considerado una total falta de sensatez medicarse sin la prescripción de un profesional, por mucho que los síntomas sean similares a unos vividos en el pasado. Como si la ciencia médica no hubiese avanzado suficiente, hay gente que todo lo resume a estar mal o estar bien. Todo vale y es justificado cuando uno está mal, una aspirina lo puede todo, sea un dolor de cabeza, una gastroenteritis leve o la amputación de una pierna. Es esta una gran forma de ningunear todas las especializaciones que hay en un hospital, todas las vertientes y pequeñas variaciones que un cuadro clínico puede reflejar, todas las materias de una carrera tan amplia como la de medicina. La Nivea de toda la vida, como es buena para la piel, debe de ser buena para los juanetes, y si es buena para los juanetes lo será para las verrugas, y si lo es para las verrugas, lo ha de ser para el acné y si lo es para el acné, lo será para las pequeñas heridas, y si lo es para las pequeñas heridas, ¿por qué no lo va a ser para las que son más grandes?

Y como digo, lo que da miedo del asunto este es que no sólo los abueletes dementes se dedican al ancestral arte de la automedicación. Jóvenes, no tan jóvenes, hombres y mujeres, altos y bajos, humanos y no humanos, todos están invitados a la absurda fiesta de la automedicación. ¿Quieres entrar? Sólo necesitas una vieja receta médica, será tu billete a un nuevo mundo de descontrol, imprudencia, irresponsabilidad e inconsciencia. Tu compañía; un sintoma con complejo de deja vu.

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